dimarts, 19 d’octubre del 2010

Un arte sin manual de instrucciones.

Una vez alguien dijo que el arte necesitaba de la libertad para sobrevivir. Una demostración de esta verdad es la existencia de diferentes tendencias dentro del arte, en este blog veremos muchas, pero la completa desaparición de preceptos. Incluso estas tendencias son fruto de la libertad, pues ¿que seria del Renacimiento si los artistas no hubieran tenido la libertad de modificar los estilos medievales?
Esta libertad llega hasta la base del arte. El lector fiel ya sabe que los artistas renacentistas buscaban la distinción individual a través de sus obras, lo que les llevara a asumir distintos métodos de creación. En esta ocasión nos centraremos en el predominio de la línea o del color en la obra.
Todo depende de cómo se oriente la pintura y, admitámoslo, de las cualidades y defectos del artista. Un pintor puede crear su obra a partir de los trazos, es decir, comenzar su obra dibujando las líneas que delimitaran a los personajes, al paisaje… etc. Una vez acabadas las líneas queda colorearlas cuidadosamente. Un claro exponente renacentista de este método es Botticelli. Las composiciones de este autor son dinámicas e, inclusive, ricas en color, no obstante están basadas en la línea. Todos los componentes del cuadro están claramente delimitados, lo que le permite explotar la virtud de sus trazos conformando figuras bellas y delicadas de una calidad técnica sublime.

También podían ser obras basadas en el color, es decir, tras un leve esbozo el artista utiliza gruesas pinceladas para conformar los componentes del cuadro. Estas pinceladas que podrían llegar a ser autenticas manchas de pintura, otorgaban una gran profundidad y expresión a las obras. Claros exponentes renacentistas de esta tendencia son Masaccio y ciertas obras de Miguel Ángel. Estos artistas definían sus figuras mediante la transposición de colores, sin prescindir del detallismo, ya que sus posibilidades en lo referente a la profundidad les permitía destacar incluso los pliegues de las ropas de forma más natural que a base de líneas. Eran pinturas de gran fuerza, ya que la potencia de los colores las hacía destacar de entre las demás.

¿Esta diferenciación implica que no había nadie capaz de combinar línea y color? Claro que no. Que se lo digan sino a Mantegna o a Parmigianino. Lo que ocurre es que el arte nunca ha recompensado en demasía a los que se mantenían en el punto intermedio. Estos artistas hacían obras que sacrificaban parte de la expresión del color en pos de la calidad técnica o viceversa.

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