diumenge, 28 de novembre del 2010

Buscando a las musas

La inspiración es impredecible. Nunca sabes cómo te la vas a encontrar, puede que aparezca espontáneamente, puede que después de leer un libro, o puede que te cruces con ella paseando por los pasillos. No importa lo que tengas que hacer para encontrarla porque sabes que ahí está, un haz de luz que te ilumina durante unos segundos para que después te pases días intentando recordar lo que te mostraban esos destellos. Algo parecido le pasaba a Velázquez con los bufones.
El lector fiel ya sabrá que Velázquez aprovecho su introducción en la Corte española para hacer retratos nobiliarios que se traducían en grandes cantidades de dinero y para viajar por Europa pudiendo, así, mejorar su estudio compositivo. Pero todos esos cuadros eran o bien encargos o bien demostraciones de su dominio de la pintura. No os equivoquéis, mi intención no es insinuar que estas obras no tengan valor, sino que la razón de su ser se debía al contexto del artista no al propio artista.
En los últimos cuadros de Velázquez, contemplamos retratos a los bufones que poblaban las Cortes. Estas son representaciones auténticamente naturalistas pero que dejan entrever la inquietud del autor por lo extravagante.
"El niño de Vallecas" de Velazquez (1643)
Así pues tenemos a un Velázquez que se ha convertido en un hito en toda Europa, que lo ha conseguido casi todo en la pintura y que para nada dejara de hacer los cuadros que ha hecho siempre, pero, con todo esto, ha llegado el momento de plantearse retos mas personales. Estos serán cuadros con los que no ganara dinero pero que satisfará necesidades que no tienen que ver con lo material. Me refiero, ¿cómo no? a los retratos sobre los bufones.
"El bufón Calabacillas" de Velazquez (1638)

Fue en esta época en la que Velázquez empieza a sentir una atracción hacia lo inusual, hacia lo estrambótico. Siente el deseo de representar aquello único y que no se puede comparar a otra cosa. Aquí cobran importancia los bufones, unos personajes que pueblan las cortes pero por los que nadie ha sentido el menor interés.

Lejos de los convencionalismos los bufones de Velázquez no aparecen como tales, es mas son representados con solemnidad y rigurosidad. No mostraba a bufones desempeñando sus malabares, ni brincando, los mostraba estáticos y con una pose natural. Era como ver a los bufones cuando no hacían bufonadas. Esto era una temática que a pocas personas le interesaban pero que en la actualidad está llena de significado. Nos muestra la humanidad de esos bufones a los que la gente solo acudía para reírse de ellos.

Esta es la razón de que hoy en día se considere a Velázquez uno de los grandes genios de la pintura. No porque fuera el mejor pintando ni por qué sus cuadros fuesen los más bonitos, si no por su forma de buscar la inspiración. Una búsqueda que rehuía de lo cotidiano, lo banal, y lo tradicional, una búsqueda que le llevo a adelantarse a su tiempo y a demostrar que pintar una obra de arte eran mucho más que manchar un lienzo con colores.

"El bufón don Sebastián de Morra"
de Velazquez (1645) 

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