El lector fiel ya conocerá como la falta de decoro acabo con la representación idílica de la realidad introduciendo el realismo en la pintura, hecho que dio origen al naturalismo, cuyo promotor y máximo representante no es otro que Caravaggio. Pero el cambio no afecta solo a las figuras. No se cambia el arte simplemente con decir “en vez de pintar a gente guapa voy a pintar a feos”. No, eso no es arte. Un pensamiento asi es algo vacio y carente de significado. De nada sirve ser el que mejor pinte si no tienes algo que transmitir. La pintura vacía no es arte. El arte debe tener un significado, al igual que las palabras deben tener uno para ser una lengua.
En la representación de la realidad tal y como es, no olvidemos que hablamos del siglo XVI, se encuentra una autentica revolución. Un giro al autentico humanismo artístico. La belleza idílica resulta placentera, pero no es real. Lo que Caravaggio proponía era bajar al arte de lo torre de marfil en la que ella misma se había encerrado y zambullirla en el mundo real.
¿Quién dice que no pintemos a Vírgenes y Santos? Pero hagámoslo tal y como podrían haber sido. No digo que no exista gente guapa en el mundo real y para nada Caravaggio solo pintaba a gente fea. A lo que me refiero a que no existen ancianos sacerdotes de cuerpos musculosos como el Laoconte ni damas de belleza pura con un cuello tan alto como la cabeza. Caravaggio no propone pintar a gente fea porque sí, sino que representa las cosas tal y como son sin hacer uso alguno de reparo o consideración. ¿Qué hay que representar una decapitación? Pues no te ahorres ni una gota de sangre. Porque así es el mundo en el que vivimos, si te cortan sangras.
San Jerónimo Estridión es conocido en la religión cristiana por ser quien tradujo la Biblia al latín. En el renacimiento podemos ver a un hombre rodeado de libros. Se trata de un hombre de piel pulida y clara con una mirada viva y manos fuertes, cuyo único rasgo de vejez son las canas y la calvicie. Frente a este San Jerónimo, Caravaggio nos muestra a un hombre al que la vejez lo está dejando en los huesos y arrugado, que se dedica a traducir en una habitación a oscuras. Al igual que pasase con “La muerte de la Virgen”, el respeto hacia las figuras católicas había degenerado en un idealismo banal que nada tenía que ver con la realidad. ¿Un anciano traduciendo libros con una sonrisa de oreja a oreja? ¿Dónde se ha visto eso?
No os imagináis lo mucho que me puede llegar a joder tener que repetirme pero tiene que quedar claro. La representación naturalista de las figuras no debe satisfacer las excentricidades de un pintor loco, sino que cumple con una necesidad. La necesidad de que el arte haga un poco de autocritica y contemple como la idealización ha degenerado en pinturas que por muy bellas que sean no son sino una caricatura de la realidad.
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